— Llamaste otra vez.
— Quería hablar contigo una última vez, contarte que finalmente lo encontré: aquello por lo que te puedo temer.
— Lo puedo ver. Tu sonrisa es diferente. Tu mirada ahora parece posarse sobre mí como un recuerdo... y no como un deseo. Tus brazos ya no se abren ante mí.
— Si esta fuera la última vez que habláramos así, ¿podrías prometerme algo?
— Sabes que no soy quien pueda prometer sobre aquello que debe suceder.
— Lo sé, solo espero que me escuches... una última vez.
— Claro, escucharte es algo que siempre he podido hacer.
— Ahora que lo encontré, ¿podrías nunca volver? Por primera vez, quisiera que no hubiera un fin.
— ... Te he escuchado. Ahora me debo ir. No lo puedo admitir, pero, vieja amiga, ahora que pude verte así...
Yo también quisiera nunca tener que venir.