Creía que eran los malos días los que definían mi vida, mi suerte.
Ahora veo que eran tan solo la sombra de una nube en un día soleado.
Tan pasajeros como el viento, abriendo paso a un gran resplandor, uno más grande que ellos.
He dejado de huir de ellos, ahora los atravieso al verlos pues sé que mi vida es un cielo infinito que brilla detrás de cada tormenta y me aguarda al final de cada camino.
Que cada fin es sólo el principio.