Si pudiera guardar mi amor en una flor, la cuidaría cada día para ti.
Una flor que comenzaría como una simple semilla, una simple idea, un simple sueño, una que día con día crecería hasta que pudieras verla florecer.
Verías en ella tantos colores como veo yo en las emociones que solo tú me haces sentir. Verías en ella nuestra historia, una hoja por cada camino que pudimos tomar y un pétalo por cada momento que pudimos compartir.
Sería una flor eterna, una que jamás se marchitaría, pues nuestro amor trasciende el tiempo. Una flor que entrelaza nuestras almas con sus raíces.
Es una flor única y, sin embargo, una que tú y yo reconoceríamos en cada vida, pues siempre sería un símbolo de que nuestro amor vive y su destino es florecer.