Una vez te di mi corazón.
Lo tomaste con gusto; era tuyo para tenerlo. Pero cuando fue tu turno de dar, también elegiste quedarte con el tuyo.
Me convertí en la mitad vacía, la que lo dio todo y no recibió nada más que promesas, deseos, ilusiones, anhelos, expectativas... vacía.
Era tuya; me sentía incluso más tuya que mía, y aun así... nunca pude llamarte mío.
Una vez te di mi corazón, y ese tampoco regresó jamás.